3:01 a.m.
Music by:
Death In Vegas [Soul Auctioneer]
Han pasado 10 minutos desde que me corté las venas. Cada año se registra un millón de suicidios alrededor del mundo, pero ése no es mi caso. Yo pertenezco a los 20 millones de intentos fallidos en el mismo período de tiempo.
Después de 15 minutos empiezo a sentime débil. Me encanta el proceso de desvanecimiento: Empiezo a perder las fuerzas lentamente hasta que ya no soporto el peso de mi propio cuerpo. Siento como si cada parte de mi cerebro se fuera apagando como una instalación eléctrica, fusible a fusible. Es algo que no experimento todos los días, pero cuando lo hago lo disfruto.
Tuve la precaución de sellar las pueras herméticamente antes de abrir el gas. Esta habitación estará llena de CH4 antes de que alguien detecte el olor, y pasará más tiempo aún para que puedan llegar a mí. Originalmente el gas natural, compuesto mayormente de metano, carece de color y aroma. Se le agrega algún compuesto químico como el tiol (que huele al culo del diablo) para que en caso de fuga, ésta se pueda detectar antes de que sea demasiado tarde.
Me da vueltas en la cabeza la idea de encender un fósforo antes de que se acabe el oxígeno, pero ya me lo he dicho antes: es demasiado tentar al destino. Me basta con saber cuanta vida me queda.
Hoy habitan en el mundo alrededor de 6,672,819,288 de individuos. En cien años, ninguna de esas personas seguirá existiendo.
Excepto por una o dos excepciones de la regla que se rehúsan a morir.
Como contraparte de la extraordinaria longevidad de algunos, está la esperanza de vida en Suazilandia, un pequeño país al sur de África,: 32 años. ¿Qué sería de mí si hubiera nacido allí?
-"Mira, Mzwalzi, que lindo bebé. Ojalá llegue a los 30".
J.
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