Al salir de motel todo se veía igual: las mismas recamareras jalando el carrito de la limpieza, los mismos mozos indicando a los otros cachondos a cual habitación meterse y el mismo cielo y el mismo piso. Sólo la mujer acostada en la cama era diferente.
"Vuelve a mí después de ésto. Cambia tu gusto en hombres" le dije.