6:51 p.m.
Music by:
Akira Yamaoka
Voy a tratar de hacer esto simple, y al contarlo espero explicarlo a mí mismo también, ya que hay partes que no recuerdo y el sentido de los sucesos se pierde en mi memoria.
Ya era muy tarde, alrededor de las tres de la mañana del lunes y me dirigía a casa. Conducía sólo por la avenida. De pronto las luminarias se apagaron. A pesar de estar en la ciudad la oscuridad era ominosa. Como no había un sólo auto alrededor, prendí las luces altas, justo a tiempo para ver una zanja excabada en medio de la calle. No había señales, no había tránsito, no había nada, solo la luz del carro. Alcanzé a frenar. Puse las intermitentes. No había otro camino visible, y me bajé a tomar unas fotografías. Cuando regresé al auto, este no encendió. Como acababa de sacarlo del taller, supuse que me lo habían dejado mal. Ni modo.
El problema era que no había manera de llamarle a alguien que me asistiera. Salvo caminar y encontrar un teléfono; así que me fui caminando por una vereda, que yo creí conducía a Villa de García.
Pero nada... Después de una hora de camino, me dí cuenta por fin de que estaba en tierra de nadie: el suelo se tornaba cada vez más agreste y lo peor: la lluvia empezaba a caer con fuerza. No tenía donde protejerme del aguacero creciente. Era regresar al auto o esperar algo más. Decidí regresar.
Media hora después, acepté que me había perdido: la vereda que me trajo no estaba más allí. Pero desde donde me encontraba alcanzé a ver una construcción de concreto a lo lejos; aunque fuera una casa abandonada, me serviría de resguardo hasta que escampara. Me estaba muriendo de frío pero ya estaba tan cerca que me obligué a seguir caminando. W. me hubiera matado de saber en la que me había metido.
Me empezó a dar miedo cuando pensé en eso, en mi situación. Estaba perdido en un lugar desconocido, no podía ver nada porque no había ninguna luz, salvo ocacionales aberturas en las nubes negras que dejaban ver la luna; la lluvia arreciaba a cada minuto, estaba mojado hasta los huesos y comenzaba a sentir mis miembros entumidos.
Cuando llegué a la casa ya no podía más. Le digo casa, pero no era más que un cuarto de adobe con una ventana tapiada y una puerta de madera. Una puerta cerrada.
-Hola! Hola!
Nadie contestó. Seguro que podría tumbarla... Y coño, ya estaba cansado, pero no tenía opción: como en las películas, un poco de vuelo y contra mi hombro. La puerta no cedió.
-Quién vive? -Preguntó desde adentro una voz seca y enferma.
Me quedé mudo unos seguntos: la sangre se me bajó a los pies y me sentí mareado. Lo último que hubiera esperado escuchar en esta situación era una voz como aquella. Me acabó de helar.
-Me llamo Jorge C...- Grité de vuelta, y me dio pena escuchar mi propia voz quebrarse al contestar automáticamente.
-Qué quieres aquí?
-Quiero... -Y entonces dudé. La verdad ya no quería entrar. Casi prefería volver el camino andado. Hubiera querido nunca abandonar mi auto, me siento seguro en él. No dije nada más. Oí ruidos metálicos detrás de la puerta. Alguien estaba quitando un candado. El cerrojo calló al piso y la puerta se abrió.
No podía ver nada. El interior estaba, si fuera posible, más oscuro que el exterior. Pero en ese momento un relámpago iluminó tódo el ámbito, y lo ví.
No había nada en el cuarto con piso de tierra. No había nada en el aire enrarecido, nada ni nadie, sólo él. Un cuerpo putrefacto colgado de la única viga en el recinto.
Un suicida. Un maldito.
Nunca en mi vida he sentido tanto horror como en esos momentos. Era una situación imposible. Aún después de tanta mierda que he vivido... me sentí desvanecer.
No sé cuanto tiempo pasé inconsciente, pero cuando desperté estaba amaneciendo. No podía levantarme , me dolía todo, había cogido un resfriado. Se acercó por el camino un señor a caballo, y cuando me vió se apresuró a galope; se apeó y me atendió.
-Que hace aquí? -Preguntó muy asustado mientras me ayudaba a incorporarme. -Está usté bien?
No pude contestar. Me ayudó a subir al caballo y nos llevó rápidamente lejos de allí.
-Mira que venir a tocar a la casa del colgado. -Dijo, y luego se santiguó.
cn