12:33 p.m.
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Llegamos al Hospital en la tarde. W. insistió en conducir... y lo hizo milagrosamente bien. El doctor ya nos estaba esperando, y el Jano también. Todo fué muy rápido. Yo estaba allí sentado muy cerca de W, con Jano; W. dando al luz.
Liliana se veía muy bonita... una niña muy linda, de piel blanca y cabellos negros. No era llorona. Yo pensaba que era bonita, aunque es lo que todos los papás piensan de sus hijas e hijos recién nacidos. Afuera de la habitación, empezaron a llegar personas... casi olvidé que había invitado al Gabo de padrino, hasta que lo empezaron a corear todos los demás amigos: Gabo! Gabo! Arriba! Arriba! Casi salgo a callarlos y a decirles que esto era un hospital, pero parece que pronto se dieron cuenta ellos mismos.
Salí a saludar y a agradecer las visitas. Una amiga en especial tenía cara de horror.
-Qué te pasa?
-Esa mujer... no tiene alma!
Mi amiga puede ver las auras, o al menos eso es lo que siempre ha dicho, y era preocupante ver su estado mientras señalaba una mujer que desaparecía por el cubo de las escaleras. Como sea, cada día que visitaba a Liliana y a W., me parecía ver más grande al bebé.
-Ha crecido muy rápido, no crees?
-No amor. Es una niña normal.
cn