<body bgcolor=#283034 text=#cccccc link=#cc6666 vlink=#996666 alink=#333333 marginwidth=0 marginheight=0 leftmargin=0 topmargin=0><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d4107937\x26blogName\x3dCABALLO+NEGRO\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://caballonegro.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_MX\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://caballonegro.blogspot.com/\x26vt\x3d-6885621735386824362', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe", messageHandlersFilter: gapi.iframes.CROSS_ORIGIN_IFRAMES_FILTER, messageHandlers: { 'blogger-ping': function() {} } }); } }); </script>

domingo, julio 13, 2003


Music by:


Y entonces vino el terror. He sentido miedo muchas veces en mi vida, me han apuntado con armas de fuego (siempre me meto en los pleitos más estúpidos) y he corrido peligro de muerte, y aunque ahora no era así, darme cuenta de las cosas, y de la realidad que estaba viviendo, me hizo sentir un miedo profundo que no había experimentado jamás.

Primero tuve que aceptar que estábamos encerrados en el hotel sin aparente salida. Eso fué fácil. Después, pensar en cómo escapar... No importa. Encontraría la manera. Lo que me carcomía las ansias era entrar, ver al menos, lo que había detrás de la cerca tapiada. Eran cinco metros de malla reforzada con láminas. No se podía ver que había allí... eso reforzaba también mi obsesión. Jacinto me había dicho que no entrara, que no intentara acercarme... Pero eso era lo que más deseaba. Había un misterio, y yo no me iba a quedar con la duda. No me importaba arriesgar a Minerva, aunque la quisiera tanto. Ella estaba allí conmigo, en el cuarto, y tenía más miedo que yo. Ya estaba anocheciendo...
Rompí la ventana con la silla del escritorio. Me palpitaba rápido el corazón cuando estalló la ventana. Me asomé a la corniza, estabamos en el segundo piso, y justo enfrente estaba la malla. Pude ver también que ocultaba un granero de metal, que se recortaba contra las apagadas nubes en lontananza. Había también una escalera. Era tanta la casualidad de que estuviera allí y su tamaño, que evidenciaba su función: era la única manera de cruzar al campo tras la cerca. Me sentí atizado como nunca antes en mi curiosidad. Que guardaban con tanto sigilo? Que diablos había tras del muro. Ahora sé que debí quedarme atrás, usar la escalera para bajar y huír.
Pero no lo hize.

-No vayas....
-Por qué no? Tengo que ver qué hay allí.
-No, no tienes. Vámonos, no seas tonto.
-Mira Minerva: Tú puedes quedarte, irte, o acompañarme. Yo voy a ir.
-Por favor.
-No.

Alzé la escalera como un puente y trepé primero. Eran un par de metros que parecieron kilómetros. Al otro lado había una nueva escalera, como supuse. Bajé. Minerva tras de mí.
El corazón se me salía del pecho. Estaba oscuro. La tierra estaba removida, y había muchos arboles negros, rajados, muertos y quemados. A lo lejos se veía el granero y un molino, sólos en medio de nada. No había señales de vida. Minerva se me pegaba, pero no me abrazaba. Caminé despacio rumbo al granero. Comenzé a sudar. Había mucho silencio. Ya me estaba arrepintiendo al alcanzar la construcción.
El molino estaba sellado, pero la puerta de metal del granero estaba abierta. La sangre me corría fría por el cuerpo. Entré, Minerva se quedó afuera. Había unos establos y abrevaderos sucios atornillados a las paredes. No se veía a un metro de distancia. Creí que no había nada más, cuando ví algo blanco moverse al fondo del granero. Se me crisparon los nervios: había llegado a un punto sin regreso. Avanzé despacio... (un paso...) cauteloso... (un paso más...) distinguí un cuerpo amortajado... (sólo uno más....) de pié... (sólo un paso...) una mujer... (ya no puedo avanzar más...) largos cabellos negros le caían por la espalda. Se movía en vaivén. Estaba encadenada.
Y entonces vino el terror.
Me mantuve inmóvil. No quería avanzar más. No quería verle el rostro y no me podía ir. El cuerpo giró lentamente. Me sentí fatigado. Se me acercó todo lo que sus cadenas le permitían y me miró. Es lo más horrible que he visto en mi vida. Era una cara con el contorno pálido enmarcada por cabellos húmedos y mohosos. Por un instante creí ver nada más que un borrón negro, como si sus facciones hubieran sido borradas y remplazadas por la corteza quemada de un arbol. Negro, una mancha negra, nada más. Dí un paso atrás. Un parpadeo y ví frente a mí a una mujer que me pareció muy familiar. Una Minerva pálida me miraba de vuelta con los ojos hundidos en sus pronunciadas cuencas. Abrío la boca....
Una voz sonó a mis espaldas. Era Minerva. Me resistí a creer lo que estaba pasando.

-Es mi hermana.
-...-Me tragué el miedo y casi me ahogo con el.-
-Mi madre la mantiene viva.
-....-Mi repiración se hizo agitada... hubiera dado cualquier cosa por no estar allí....-
-Sácame de aquí....

cn

[Powered by Blogger]