Se dió cuenta de que la extrañaba tanto que no se daba cuenta. Pensaba en ella en cada cosa, sin pensarla. En el asiento trasero, al teléfono, en el vaso con agua, en sus secretos, en su mano amiga. Dolor tras placer se llenaba de sangre la sábana. Nunca dejaron de amarse. Nunca dejaron de hacerse daño tampoco.
Cuando llueve, te gusta ver gotitas, o ver gototas?