Hace mucho que no me daba miedo leer algo. La última vez, fue la carta de despedida de Isabel, la cárta póstuma desconocida después, y ahora, una carta roja de Nanilka. Los temblores de la carne siguieron, los mareos de oxígeno y las ganas de volver el estómago.. Prepárense a evacuar el alma. No te vayas Nanilka. Como si no fueras el corazón de todo esto.
Bueno... te espero por ahí. Cuando se haga la luz.