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martes, abril 22, 2003


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Dormí mucho más de lo indicado. Me despertó el teléfono y me crispó los nervios el recuerdo del celular de Felicia. Quisiera pensar que fue un mal sueño, pero no lo fué. Por algún misterioso motivo, fui de nuevo al parque, al atardecer. Morbo, seguramente. Oscureció muy pronto, como si todavía fuera invierno.
El parque estaba solo, no había rastros de los perros muertos, no había sangre, ni sesos, ni nada. Estaba demasiado limpio. Como sin querer, pasé frente a la casa de la señora que se alcanzó a asomar, pero no había alguien en la casa.
Pero sí había alguien en el altima negro estacionado en frente. Una mujer de piel blanca y cabellos negros y lacios, y labios muy rojos. Felicia.
Casi casi me arrojo al suelo, no podía creer que estuviera allí. La imaginé sacando la pistola de su bolso negro de cuero y apuntando a mi rostro, esta vez sin fallar.
Arrancó el carro y se fué muy rápido. Me vió. Me latía muy fuerte el corazón... Estaba hablando por celular.Me reí... era una situación increíble, después de todo, pero muy tarde me subí al carro a intentar seguirla. Se perdió en algún lugar de la colonia Primavera.
Y sin embargo, casi daría lo que fuera por volverla a ver.
Tal vez sea algo similar al Síndrome de Estocolmo. No importa.

cn

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