Subí al coche. Mientras Genaro lo encendía, con aquel ruido estresante, percibí el aroma de mariguana de quién sabe cuando en los interiores austeros de tela gris estampada.
-Cómprale un glade, cabrón.
-El escritor que no se la truena solo cree que es escritor, Jorgito. No seas pendejo. -Ok.