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sábado, enero 18, 2003


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Quiero que este diario sirva como evidencia de que espero a mi asesino, y que viene de parte de la familia Infante-Unha.
W, ya sé que no lees esto, pero quiero que sepas que te amo. Muchas cosas han pasado estos días, y lo voy a escupir todo, empezando por el hecho de que estoy bien culeado. Todo este pedo que empezó con el "suicidio" de Don Rogelio Infante me ha embarrado a mí como como un caballito del diablo en un parabrisas gracias a la obsesión de Lucy conmigo. Nunca ha valido su cuerpo desnudo la tranquilidad de un hombre, al menos no la mía.
88-88*^2323Mig*

Lucy pues, me entregó la nota. No me dijo nada más. Fué a usar mi baño y mientras la oí orinar, digitalizé el papel. Luego salió, desnuda. Me abrazó y me comenzó a contar que una mujer alta y morena, la tal Rubí, la había abordado afuera de su casa, y le había entregado un maletín y la carta. Le dijo que su abuelo había sido un buen hombre, que la quería mucho, y que le había dejado mucho dinero, pero que se tenía que ir de México, ya. La dejó de nuevo en su casa. Lucy no ha dicho nada a nadie. Pero me pidió que me fuera con ella. A eso había venido. Yo no soy de hule. La tenía sentada sobre mí, la tenía, al parecer, con dinero de sobra. Era una buena oportunidad de vivir gratis, de salir de este nido de ratas. No, me gusta monterrey... pero no me pienso quedar aquí para siempre. Después de todo esto tal vez maten aquí, después de todo. Pero cedí antier en la noche, y me quedé con ella a dormir, aunque sabía que no iba a ir con ella a ningún lado, a decir verdad me sentí aliviado de que se fuera, me venía muy bien salirme de broncas, ya estaba empezando a hartarme. Pero parece que ahora estoy metido hasta el cuello.

cn

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