10:46 p.m.
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Pensándolo ahora más tranquilamente, dejando a un lado las llamadas, todo pudo ser nada más que una sucesión de casualidades, pero esto ya no me hace sentir mejor, ni estos días cabrones.
Me levanté el 17, enfermo. Lucy ya se había ido, y el dolor de cabeza me machacaba el cerebro. Y el estómago... Y el mareo. Y el dolor de huesos. Y algo menos peor, pero que se sintió igual de gacho en su momento: Había una nota en la mesa del comedor:
[Aalejate de Lucía, o te mueres.]
A qué chingados? No significa nada para mí una puta nota de amenaza. No lo significaba entonces. ENTONCES, me empezaba a sentir de la chingada, y eso era más imperante. Extrañé a W como un animal. La necesitaba. Pero ella seguía en McAllen. Y yo aquí, jodiéndome con la cabeza a medio explotar, y jodiéndome a mi ex Lucía.
Salió un reportaje en las noticias: una fuga de gas en MI colonia. ENTONCES noté que había señoras gritándose en la calle. Habló mi abuela para ver qué onda. Llegó protección civil. Llego un policeman pidiendo apagara cualquier flama y que de preferencia desalojara mi vivienda.
Que se joda la nota y la pinche Lucy si me la escribió. Me fuí a trabajar, pensando (pobre iluso) que se me quitaría el dolor. No fué así. Tuve que abandonar la oficina para ir al hospital, y me fuí manejando. No manejen con fiebre. Me inyectaron, me medicaron, me dieron una dieta y me tuvieron en observación. Odio los hospitales. No supieron que tenía, me dijeron que tal vez era algo "viral".
Me fuí a casa para encontrarla desastroza, era evidente que alguien había entrado y me revolivió las cosas, en especial los cajones. Sonó el teléfono:
-Diga.
--Alejate de Lucía, o te mueres.
Y colgó.
Era una voz ronca, como de un viejo que le gustara el mezcal.
No tengo idea si se habrán llevado algo, pero ya cambié las cerraduras.
cn